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Tuesday, 13 January 2009

KRZYSZTOF WODICZKO.

Desde sus comienzos como artista en la Polonia “socialista gubernamental” de Gierek de los años setenta, Krzysztof Wodiczko ha orientado su producción hacia una obra socio – política. Obra, que en su génesis busca realizar una pedagogía de la libertad y la democracia, como él mismo afirma: la libertad y la democracia no son algo que se nos de hecho, son algo para lo que hay que trabajar y luchar cada día. Y el arte puede ser una herramienta para ello.

Su proceso creativo comienza por descifrar, comprender e interpretar el espacio público de la ciudad. Para Wodiczko la ciudad, al menos desde el siglo XVII, es un gran proyecto estético dirigido por las élites de poder con el fin de perpetuarse, difundir su mensaje y acallar discursos alternativos. Esto sería así tanto en la Polonia socialista como en las democracias capitalistas. Su obra, por medio de interrupciones, infiltraciones o apropiaciones estéticas de los discursos oficiales, busca hacer visible la parcialidad del espacio público de la ciudad, poner de manifiesto la ideología que lo sustenta y hacer reflexionar al espectador sobre las posibilidades de un discurso alternativo. En este sentido me gustaría decir que la obra de Wodiczko es altamente exigente con el espectador, al que exige una reacción crítica ante la contemplación estética y no la simple recreación visual.

En Polonia Krzysztof Wodiczko se formó como diseñador industrial y desde este campo creo sus primeras obras, los instrumentos personales. En un contexto donde la libertad individual estaba altamente controlada por la burocracia del régimen socialista y donde la libertad colectiva era inexistente, el instrumento personal era una reivindicación de libertad. Ya que hablar, escribir o actuar libremente no era posible y solo se podía escribir o escuchar, el artista polaco creó un artilugio con el que criticar la situación de opresión que sentía en el sistema socialista y al mismo tiempo reivindicar su autonomía como individuo.

El instrumento personal era un artilugio compuesto básicamente de unos auriculares conectados a un micrófono exterior, todo lo que oía el artista cuando se colocaba el artilugio lo hacía a través de lo recibido por el micrófono. De esta forma a través de un mecanismo que encendía o apagaba el aparato podía elegir entre escuchar el exterior o sumirse en el silencio. El instrumento personal, en un contexto donde la autonomía individual estaba más que en entre dicho permitía, ya que era imposible decir lo que uno pensaba, por lo menos solo escuchar lo que se quería.

Una vez que abandona la Polonia socialista y se traslada a vivir al mundo occidental, inmediatamente percibe que la verdadera libertad y la verdadera democracia tampoco existen allí. Wodiczko fue inmediatamente consciente que en la democracia de masas, sostenida por una economía capitalista, los discursos de las élites son los que dominan firmemente el entorno urbano y que los discursos de las minorías o alternativos a duras penas pueden ser escuchados.

Para contestar y sabotear el poder de los discursos oficiales dentro de las democracias de masas el artista utilizará un tipo de obra, las proyecciones.

The Hiroshima Projection, 1999 (zona 0 de la bomba nuclear americana).

En la reflexión estética de Wodiczko, percibe que la autonomía del arte anunciada por la mayoría de las vanguardias artísticas de la modernidad (excepción a parte merecen el dadá y el surrealismo) sobre todo en el expresionismo abstracto defendido a ultranza por Clement Greenberg, no se encuentra el verdadero destino del arte. El arte autorreferencial que únicamente habla de su medio no es más, según el artista polaco (opinión que comparto), una estatización burocrática, un arte que pretende presentarse como descargado de ideología que precisamente es todo lo contrario, un arte que es sumiso con los discursos oficiales y que continuamente se adapta a los objetivos del poder. Una creación que aísla la práctica artística de los temas públicos críticos, al fin y al cavo un cómplice del statu quo.

Así pues la idea fundamental de Wodiczko es que el poder se apropia del territorio, de la ciudad, utiliza prácticas artísticas sumisas que en el fondo lo que realizan es una alienación de la verdadera práctica creativa.

Frente a esto plantea un arte público crítico, que se enfrente al teatro ideológico de la ciudad y su sistema de control social – arquitectónico. Un arte comprometido en los retos estratégicos de las necesidades ciudadanas, un arte para la realización de la democracia, que sirva para crear consciencia, que posibilite poner de manifiesto lo venenoso de los discursos oficiales, lo que la ostentosa arquitectura esconde y de eso modo transformar a la masa en un conjunto de ciudadanos críticos capaza de plantear discursos alternativos.

Esto lo realiza a través de las proyecciones. Por medio de imágenes proyectadas sobre edificios y monumentos simbólicos de la ciudad, consigue un proceso de infiltración e interferencia en el discurso oficial. Me parece muy destacable, por ejemplo, su proyección de la esvástica sobre la fachada de la embajada de Sudáfrica en Londres, cuando este país todavía practicaba una política de apartheid. Estas proyecciones solo pueden durar el tiempo justo para crear un corto circuito en los mensajes institucionales, deben ser apagadas antes de que sean vistas como algo cotidiano y por tanto asimiladas por el sistema.

Es una guerra simbólica lo que busca Wodiczko, una lucha contra los símbolos que perpetúan los abusos y la alienación del individuo. En este sentido es interesante su intervención en la ciudad de New York cuando creo los vehículos para homeless. Unos vehículos que pretendían facilitar la vida de estos individuos, pero que al ser llamativos sacó a los sin hogar del anonimato. Por así decirlos los sacó de su lugar anónimo en el discurso oficial de la ciudad y los puso en el foco de atención, evidentemente los vehículos fueron confiscados por las autoridades.
Interferir los discursos desde dentro del sistema, concluir el proyecto situacionista de democratización del arte. Desde mi punto de vista la obra de Krzysztof Wodiczko es ejemplar de un arte comprometido que huye del vulgar espectáculo de la marginación underground, un arte crítico con su tiempo, de calidad estética, pero sobre todo (y es lo que más admiro) constructivo. Wodiczko huyendo de perspectivas apocalípticas continúa teniendo fe en el hombre, en la libertad y en la democracia… Nada despreciable para los tiempos que corren.
Carlos García de Castro.

2 comments:

Anonymous said...

El artista rememora la identidad del arte de vanguardia en su capacidad de generar propaganda de agitación cultural proletaria, pero ¿es posible situarse en el horizonte utópico de referencias marxista tras Mayo del 68? El levantamiento francés supuso un cambio irrevocable en los paradigmas sociales y políticos, admitió la desaparición del sujeto revolucionario histórico debido a la escisión entre el partido comunista, los obreros y los estudiantes y dio paso al escepticismo postmoderno en la forma de cuestionamiento de los grandes relatos. Quizá sea por ello que la obra de Wodiczko se nos antoja trasnochada.
Por otro lado a pesar de declarar constantemente su interés por lo social, únicamente cita a un sociólogo y lo hace para distanciarse de su teoría. Este pensador es Jean Baudrillard (1929- 2007), el sociólogo francés por antonomasia, al que Wodiczko tacha de apocalíptico. Resulta curioso que el artista social se postule contra el análisis sociológico postmoderno, cuando él mismo se aventura a reflexionar sobre el mito. Para el artista, el edificio o escultura va parejo de un carácter simbólico que lo convierte en mito, y para desmitificar el mito propone la proyección física y pública del mito sobre el cuerpo físico del mito. Este juego de palabras tan ingenioso propone sin embargo una operación que de nuevo se antoja candida, idealista y poco reflexiva.
A pesar de no estar demasiado de acuerdo con la postura esencialista respecto al arte contemporáneo de Baudrillard, su crítica a la actuación del arte como una pantalla mas, que colabora con el régimen escópico impuesto me resulta muy acertada y sobre todo demoledora al enfrentarla a la obra de Wodiczko.

"La ilusión que procedía de la capacidad de arrancarse de lo real mediante la invención de formas- capacidad de oponerle otra escena, de pasar al otro lado del espejo- […] es ahora imposible porque las imágenes han pasado a las cosas. Ya no son el espejo de la realidad: han ocupado el corazón de la realidad transformándola en una hiperrealidad […] en la realidad virtual, es como si las cosas se hubieran tragado su espejo". (El complot del arte, Jean Baudrillard)

Quiero terminar haciendo alusión al carácter supuestamente social de su obra, todo acto es político y seleccionar los lugares y contextos donde se expone la obra es parte fundamental de la coherencia de un artista, más en este caso al referirnos a un artista político-social. En 1991 realiza su mítica proyección en Madrid en el marco de la exposición El sueño imperativo, comisariada por Mar Villaespesa y patrocinada por la cooperativa PSV. Esta cooperativa aprovechó la oportunidad publicitaria y su gerente Carlos Sotos realizó diversas declaraciones proclamando su interés por el arte social. Tres años después esta cooperativa tan social quebró en medio del escándalo.
Capítulo aparte merece su irresponsable intervención en Insite, donde tras pasar más de un año con maquiladoras de Tijuana, decide seleccionar a aquellas que ganan menos de 60 centavos por hora y las compromete a realizar una denuncia de su situación contra sus maridos y el dueño de la maquiladora. Desde el MIT genera una pieza, y como buen artista social la expone para dar visibilidad a las victimas.
Lo más cínico de la historia es que tras exponer su pieza, tras dar visibilidad a estas mujeres, tras hacerlas vulnerables ante la sociedad, el artista se marcha a seguir su meteórica carrera social. Estas mujeres fueron explotadas doblemente y en esta ocasión solo para repercutir en la supuesta imagen comprometida del artista. Lo más grave es que muchas han pagado esta irresponsabilidad del artista muy caro.

Carlos said...

No comparto tu visión del mayo del 68. Ciertamente en su momento quizás si supuso una ruptura con la anterior visión de la izquierda y es muy posible que desde entonces la izquierda no ha sabido recuperarse. Pero cuarenta años después el impacto del mayo francés está amortiguado. Con el mayo francés surgieron nuevas formas de entender la política y la lucha, fue una ruptura muy positiva con el discurso soviético - estalinista, aportó sobre todo pluralidad de voces. Ahora bien, en la actualidad los logros de esta revolución, la pluralidad que consiguió ¿por que no fusionarla con la buena tradición marxista? ¿Por que renunciar a esa herencia? (y digo marxista y no comunista).

En este sentido, decir que la obra de Wodiczko es trasnochada... A ver. En la actualidad que todo es un torbellino y los cambios se han convertido en la tónica, una estética como la de él se ve antigua, es cierto ¿pero que tiene de malo? Al menos conserva el tiempo como en cloroformo y nos trae a la memoria un tiempo en el que la gente luchaba por cambiar el mundo.

En lo que dices sobre lo social si estoy de acuerdo, quizás la crítica que yo le hago a Wodiczko es que cae en lo fácil y pierde fondo. Es una crítica que también se la puedo hacer a Dos Jotas que me gusta mucho, pero que comparten para mi un defecto. Ambos se repiten, cuentan lo mismo siempre y les falta renovar el discurso. Lo positivo de ambos es que ciertamente si sirven de acicate para la conciencia social o al menos así lo creo yo.

Y finalmente voy a seguir defendiendo al artista polaco. Nadie, en una larga carrera está exento de mácula, lo que cuentas de Madrid y lo de la chica en México... Creo que cualquiera, incluso Santiago Sierra pueden caer en defecto similares. En el manierismo como el caso de Madrid o en no pensar en una determinada consecuencia, pero esa chica era mayor de edad y nadie la obligó a trabajar con él. Un fallo lo tiene cualquiera y criticarle por ese asunto es entrar en el lugar de las Leyendas Negras.

Y todos tenemos leyendas negras.

Un saludo.

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